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Inmunidad pasiva

 

La Inmunidad pasiva surge después de que una persona recibe elementos del sistema inmunitario, más comúnmente anticuerpos, de otra persona. Puede ocurrir en forma natural cuando un lactante recibe anticuerpos de la madre, por medio de la placenta o de la leche materna. También, de forma artificial cuando una persona recibe anticuerpos en forma de una inyección de inmunoglobulinas (interferón), extraída de la sangre de otra persona que ha superado la enfermedad.

La inmunidad pasiva proporciona protección inmediata, pero el organismo no desarrolla memoria y la persona corre el riesgo de ser infectado por el mismo microorganismo patógeno.

Productos que contiene inmunoglobulinas ayudan en el tratamiento de enfermedades como el botulismo, difteria, rabia, tétanos, hepatitis, varicela, sarampión.

Imagen 5. Madre amamantando al bebé en el prado. Recuperado de Noxos, (s.f.)